Adolfo
Aristarain nos deleita con esta película sencilla en cuanto a medios
que, sin embargo, logra mantener al espectador delante de la pantalla
durante dos horas de metraje.
Si
tuviera que definir de qué va Martín (Hache) diría que lo importante no es de qué trata
sino qué temas se tratan, y ante la pregunta “¿Cuáles son estos temas?” mi respuesta sería “los principales problemas
sociales y emocionales a los que nos vemos expuestos día a día y
que, actualmente (por desgracia) después de 15 años, siguen
presentes”.
La
brillantez de la película reside en el guión, el cuál tiene una
gran solidez gracias a la buena construcción previa de los cuatro
personajes principales, interpretados por Federico Luppi, Juan Diego Botto, Eusebio Poncela y Cecilia Roth, los cuales muestran luz propia y una personalidad muy definida, cada uno con las cosas claras, al menos aparentemente.
A
su vez, otro punto clave de la película son los diálogos, dotados de
una gran inteligencia, sutileza y sencillez, sin perder en ningún
momento la carga emocional. De esta manera, van a reflejar lo
sencillo y a la vez complejo que es el ser humano, con todas las
contradicciones que esto implica.
Son fruto de la filosofía de vida que quiere transmitir el autor,
destacando conceptos como la verdad, el desengaño, la libertad y la
sobre todo el “descaro”, no entendido como algo peyorativo, sino
al contrario, como una
capacidad de enfrentarse al mundo sin tapujos y diciendo lo que uno
piensa, sin filtro de ningún tipo.
Eso es uno de los puntos fuertes de la película. A continuación
dejo un link con una recopilación de frases y diálogos de la
película:
No obstante el un hilo conector de la película no son las diferencias
entre ellos, sino una el rasgo que los cuatro comparten, que nos es
otra cosa que la perseverancia con la que cada personaje defiende
su mundo. De esta forma, lo que se puede apreciar es que el
director, a través de sus personajes niega y reconstruye la
realidad, dotándoles de una cosmovisión propia, a su
vez surge de una lucha interior para encontrar una identidad
sólida y genuina, luchando para no acabar cayendo en una forma
estereotipada y poco reflexionada de percibir el mundo que les rodea. Esto hará que la película esté dotada de algo que, por lástima,
no abunda en la sociedad capitalista en la que nos encontramos que es
el espíritu crítico. Como muestra de ello, y a modo de
despedida, os dejo un extracto de la película en la que Eusebio
Poncela (que da vida al personaje de Dante), pone de manifiesto este
carácter rupturista y transgresor. La escena se sitúa en el
contexto de un actor de teatro que está representando un papel en
una obra de carácter revolucionario, que de repente deja de actuar
para reprochar al público la hipocresía e incoherencia a la que ha
llegado la sociedad de consumo.
Que
les aproveche.